La ola de calor que afectó a todo el país entre mediados de enero y principios de febrero “ha tenido su impacto sobre el potencial de rinde de la cosecha gruesa”, advirtió la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR) en su informe mensual nacional.
El análisis de la entidad portuaria indica que las temperaturas extremas, que ocurrieron además con una momentánea sequía, impidieron alcanzar rendimientos que podrían haber permitido una “súper campaña” de soja y un récord para el maíz.
En concreto, el pronóstico se achicó en 2,5 millones de toneladas para la oleaginosa y en 2 millones para el cereal; es decir, son 4,5 millones de toneladas menos que no llegarán a los silos, acopios o puertos producto de que el clima no acompañó en ese momento del ciclo.
Sin embargo, sigue habiendo un costado positivo en este contexto: las cifras estimadas son muy superiores a las de la catastrófica cosecha 2022/23.
LA OLA DE CALOR Y SU IMPACTO EN LA SOJA
“La ola de calor excluyó la posibilidad de una súper campaña de soja”, resume el documento elaborado por el jefe de la Guía Estratégica para el Agro (GEA), Christian Russo.
La proyección de cosecha en este cultivo es de 49,5 millones de toneladas, cuando un mes atrás se situaba en 52 millones.
A este cálculo se llega suponiendo una superficie sembrada de 17,3 millones de hectáreas –8,3% superior a la del año pasado, pero que perdió 100.000 hectáreas por la ola de calor–, y un rinde promedio nacional de 19,9 quintales por hectárea.
Esta cifra preliminar había abierto la esperanza de volver a superar la valla de las 50 millones de toneladas, algo que no ocurre desde el ciclo 2019/20 y que fue muy común entre 2010 y 2020.
Con todo, cabe insistir en que, más allá de que no será tan buena cómo en un momento se esperaba, se trata de una cosecha que más que duplicará la anterior y será la mejor en cuatro campañas.
Entre diciembre y el 17 de enero, la mejora hídrica había sido notable –según recuerda la GEA– y, junto a la presencia del fenómeno El Niño, eso daba lugar a proyectar una sustancial mejora en la producción.
El problema es que llegó “una ola de calor muy larga y severa que dio vuelta el escenario”, porque “ocurrió en un momento muy sensible de la soja de primera, que forzó el aborto de chauchas”.
Del mismo modo, el informe sostiene que en la soja de segunda también la situación es “delicada”, con caídas de los rindes potenciales de entre 40% y 60%, y numerosas áreas perdidas que llevan a estimar un área no cosechable de 750.000 hectáreas.
En este marco, la caída de la estimación se podría haber transformado en un derrumbe de no ser por las fuertes lluvias ocurridas entre el 7 y el 14 de febrero, que frenaron el deterioro y repusieron condiciones de humedad.
LA OLA DE CALOR TAMBIÉN GOLPEÓ AL MAÍZ
En cuanto al maíz, la GEA redujo 3,4% su pronóstico de cosecha, de 59 millones de toneladas el mes pasado, a 57 millones en la actualidad.
“Al igual que en la soja, las expectativas al 17 de enero eran muy distintas; el ambiente de alta producción también hacía pensar en una excelente campaña maicera”, recordó la entidad rosarina.
En este marco, las preocupaciones en los maíces tempranos se centran en que el golpe de calor amenaza con un adelgazamiento del peso del grano, lo que podría dejar pérdidas de 10% a 15% respecto del rinde esperado en las áreas más afectadas.
En tanto, en los tardíos cuyas fechas de siembras situaron la floración en las semanas de la ola de calor, hay grandes niveles de daños, que llegan a superar el 50% del rinde potencial y hay una gran incógnita respecto del resultado que pueda concretarse.
En cambio, “los tardíos que se sembraron más tarde y lograron sortear esas semanas fueron beneficiados por las lluvias de la segunda semana de febrero”, prosiguió la GEA.
Sin embargo, advirtió que es muy importantes que reciban nuevos aportes en los siguientes días para afirmar la recuperación y sostener el potencial de producción maicera 2023/24 que se estima.
De mantenerse este pronóstico, sucede lo mismo que con la soja: el recorte es importante, pero 57 millones de toneladas es un 58% más o 21 millones de toneladas extra con respecto al ciclo pasado, cuando La Niña achicó la cosecha maicera a solo 36 millones.
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